Escort. Son muchos los hombres y mujeres que pronuncian esta palabra sin saber exactamente a qué se refieren cuando la nombran. Unos y otras la asocian de una forma más o menos directa con el ejercicio de la prostitución, pero no son conscientes de en qué medida aciertan al establecer dicha relación y en qué medida fallan. Y es que, digámoslo ya, una mujer que ofrece un servicio de escort no es una prostituta. O no lo es exactamente. Y no lo es, básicamente, porque lo que ofrece una prostituta a su cliente y lo que ofrece una escort al suyo no es lo mismo. O no lo es en gran e importante medida.
Cuando hablamos de una mujer que ofrece servicios de prostitución estamos hablando de una mujer que ofrece única y exclusivamente servicios sexuales a cambio de una remuneración. No importa si esos servicios sexuales los ofrece en un callejón de una ciudad, en un prostíbulo de carretera o un salón algo más lujoso. La diferencia entre las mujeres que ejercen la prostitución o se ofrecen en la calle y las que lo hacen en un prostíbulo de más o menos lujo se basa en la diferencia de tarifas entre unas y otras. También, seguramente, en el estatus económico de sus clientes. Pero, en el fondo, unas y otras, las que trabajan en la calle y las que lo hacen en un prostíbulo, ofrecen lo mismo: sexo. Con mayor o menor estilo, con más o menos glamour, en un ambiente de menor o mayor lujo, pero sexo al fin y al cabo. Única y exclusivamente sexo.
La mujer que ofrece un servicio de escort en páginas como Girls Madrid, por su parte, ofrece bastante más que sexo. Por eso la acompañante de lujo o callgirl tampoco es exactamente, y por mucho que muchas personas relacionen ambos conceptos, una prostituta de lujo. Y es que, si buceáramos en la etimología y buscáramos la palabra de la cual deriva el término escort, descubriríamos cómo, desde el fondo mismo del lenguaje, desde su misma raíz, la palabra nos está diciendo su significado y, con él, nos está describiendo, de una forma más o menos exacta, de lo que se ocupa la escort.
Recurriendo a la etimología comprobamos cómo la palabra escort se deriva del término italiano "scorta", que significa "acompañamiento". De ahí lo tomó el inglés y fue de esta lengua de donde, al parecer, lo cogió el castellano. Así, cuando hablamos de una escort estamos hablando de una mujer que, de un modo u otro, está relacionada con el acto de acompañar. Y de eso precisamente, de acompañar más que prestar en exclusiva servicios eróticos, es de lo que se ocupa una escort.
Cuando un hombre contrata los servicios de una escort está contratando algo más que los servicios sexuales de una mujer guapa y sensual. El caballero que contrata los servicios de una escort está contratando la compañía integral de esa mujer, el poder acudir con ella a un evento de cualquier tipo, a una cena de negocios, a un estreno teatral, a una fiesta de gala, a una feria profesional… También compartir un viaje o una excursión de fin de semana. Y es que si la prostituta de lujo puede deslumbrar en el lecho por su belleza, su erotismo, su sensualidad y su saber hacer; la escort deslumbra ahí y también en cualquier tipo de acto público. Y eso es así porque a su saber hacer en la intimidad, la acompañante de lujo suma su saber estar y su saber conversar. Y estas dos virtudes, más que de la belleza o del atractivo físico de la escort, son fruto del nivel cultural, de algo que la joven o la mujer madura independiente o de agencia que ofrece sus servicios de escorts ha ido puliendo a lo largo de los años.
Esta suma de virtudes convierte a la escort en una mujer educada y sexy a partes iguales. Y es esa combinación exclusiva y fascinante, precisamente, la que busca el caballero que contrata a una escort. Lo que ese caballero exigente y que sabe valorar los placeres de la vida persigue al contratar un servicio de escort es disfrutar de la compañía de una mujer que brille en cualquier fiesta o en cualquier tipo de evento, una hermosa y sexy mujer que le haga sentir cómodo y bien acompañado y con la que pueda interactuar y hablar de un sinfín de temas y que después, en la intimidad, lejos del foco de las miradas ajenas a ella y a su cliente, se convierta en la amante con la que todo hombre ha soñado alguna vez, una amante implicada, imaginativa, desinhibida y activa que sepa cómo convertir en realidad los sueños más íntimos de ese caballero que busca vivir una experiencia inolvidable en brazos de una de esas mujeres que figuran en la imaginación de todo hombre como símbolo perfecto de lo exclusivo.
Y es que el concepto "exclusividad" es un término inherente a la palabra escort; no se puede separar de él. La escort es al caballero del siglo XXI lo que la geisha era para los caballeros japoneses de siglos pasados: una mujer bella, sensual y, al mismo tiempo, culta, que proporcionaba compañía integral y que podía demostrar, llegado el momento, el más exquisito dominio de las más refinadas y enloquecedoras técnicas sexuales. Si por algo destacaron las geishas es porque convertían el acompañamiento en una forma de arte y ese arte es, precisamente, el que domina la escort.
Cuando una mujer ofrece un servicio de escort está ofreciendo un pack en el que se entremezclan y suman ese dominio refinado de las artes amatorias con la más sincera afabilidad, con un impecable don de gentes, con una avasalladora simpatía y con una conversación amena y fluida que convierte cada minuto de una cita en una experiencia única y, por supuesto, muy placentera. Obviamente para encontrar este tipo de mujeres en Madrid, hay que acudir a nuestra web de Escorts en Madrid donde está la mejor selección de escorts independientes y de agencia en la capital de España y no tendrás que ir filtrando prostitutas más asequibles y con un servicio menos exclusivo, el dinero a fin de cuentas es lo que marca la diferencia en este sector.
Los caballeros que aman el sibaritismo y la exclusividad saben valorar en su justa medida lo que vale un servicio de escort. Después de todo, la callgirl o acompañante de lujo es, de alguna manera, la representación carnal de lo que para un hombre es el ideal de mujer. Y los ideales, no hay que olvidarlo nunca, no se convierten en realidad tan fácilmente.
Que la elegancia y la discreción vayan de la mano para aderezar y disimular lo que, en el fondo, es un torrente de libido y pasión, es casi milagroso. Que la simpatía, el saber estar y la intuición de lo que un hombre necesita cuando está en el lecho coincidan en la personalidad de una mujer, y que esa mujer esté al alcance de nuestra mano, roza el concepto de lo que es la utopía. Pero la mujer que ofrece un servicio de escort, la call girl que se cita con su cliente y le bendice con la dicha de ser su acompañante, lo que está haciendo es algo más que brindar a ese cliente la oportunidad de disfrutar de su cuerpo. Está convirtiendo la utopía en realidad para ese cliente. Y eso, qué duda cabe, no tiene precio. Una vez estas explicaciones, ya no tendrás dudas de que son las putas y que son las escorts, tu eliges que es lo que quieres y no siempre tiene que ser lo más preciado.